miércoles, 9 de septiembre de 2009

Nacional = ¿Descartable?

Por. Juan de Dios Mastachi

Pienso en algo que sucede cada vez que voy al cine, ya sea con amigos o con familia: casi no hay proyección nacional. Si acaso he visto en los cines, carteles anunciando una que otra película mexicana, prometiendo próxima exhibición (aunque hay varios filmes que yo nunca encuentro en cartelera, sobre todo en las enormes cadenas como cinepolís y mucho menos MM Cinemas), sin resultados asegurados, más que la misma película en formato DVD y a la renta, unos meses después. Y entonces me pongo a pensar…

¿Es todo el cine mexicano malo?, entiendo que alabemos la genialidad del cine europeo, y últimamente del asiático; y que prefiramos ver toneladas de efectos especiales y actores espectaculares como Brad Pitt o Megan Fox en las súper producciones gringas, pero, a pesar de que en nuestro país podemos encontrar tramas profundas como las europeas, o tan entretenidas como las gringas (bueno, sin efectos especiales) simplemente, al ver en cartelera un filme nacional, nos invade un extraño y repentino malinchismo y decimos “guácala”.

Comprendo que esto pase cuando vemos un filme con trama insulsa, malas actuaciones, sin pies ni cabeza, estúpidamente construida, pero ¿todas? Otras no llaman la atención y duran apenas una semana en cartelera (para dar espacio al blockbuster gringo), aún con trama original y profunda, actuaciones excelsas y una dirección magistral. ¿Y sólo por eso nos damos el lujo de decir que son malas? ¿Qué haya una, dos o tres bazofias fílmicas nacionales quiere decir que estamos fregados? Personalmente, digo que es deprimente, que con una crisis anunciada, el cine mexicano sea desdeñado por su propia gente.
Rechazamos nuestro propio cine, sin imaginar que ese rechazo también nos lleva a pique a nosotros, porque nuestro cine es más que metros de filme y minutos de cámara, es un reflejo de todo lo que somos, pensamos y vivimos. Es todo un cúmulo de experiencias, realidades, vivencias y consecuencias. Un panorama que puede ensombrecerse más si no buscamos ampliar nuestras opciones y decir “sí” a nuestro cine.

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