Por: Adriana Arreguín
Es de risa pensar que elementos de la Agencia Federal de Investigaciones declararon haber sido secuestrados por la indígena Jacinta Francisco Marcial, al hacer esta declaración suponemos que la AFI es una agencia de buenos para nada que pueden ser secuestrados hasta por alguien indefenso.
Tres años pasaron para que Jacinta pudiera disfrutar de su libertad, la cual le fue arrebatada en 2006 después de un operativo contra el tráfico de drogas y la piratería en un mercado de Mexquititlán, en el estado de Querétaro llevado a cabo el 26 de marzo del mismo año. Jacinta fue acusada de secuestro en aquel tiempo, pero ahora gracias al centro de Derechos Humanos Miguel Agustín Pro y la Amnistía Internacional quienes contribuyeron a su pronta liberación y señalaron que ahora las autoridades deben repararle el daño causado y sancionar a los responsables de lo que calificaron como un "injusto" encarcelamiento.
"Yo ni sabía qué era secuestro" "yo no dejaba de llorar" “ahí (en la cárcel) aprendí el español” cuenta la mujer otomí de 46 años, "Estoy muy contenta porque ya estoy libre", dijo a la prensa después de salir de prisión en donde estaría por al menos 21 años mas.
Nada devolverá los tres años que perdió pero debe considerarse que los responsables de esta injusticia reciban algún tipo de represalia, este caso es solo un emblema de cómo funciona la justicia en este país, mi país en donde a final de cuentas las autoridades admitieron "dudas" sobre su culpabilidad.
Ahora Jacinta volverá a su vida cotidiana y su “negocio” de nieves y aguas frescas, pues como ella dice, es de lo único que se sostiene la familia. Pero, ¿cuántas mujeres indígenas y pobres, continúan injustamente en alguna prisión mexicana? Esto si es para reflexionar.
Tres años pasaron para que Jacinta pudiera disfrutar de su libertad, la cual le fue arrebatada en 2006 después de un operativo contra el tráfico de drogas y la piratería en un mercado de Mexquititlán, en el estado de Querétaro llevado a cabo el 26 de marzo del mismo año. Jacinta fue acusada de secuestro en aquel tiempo, pero ahora gracias al centro de Derechos Humanos Miguel Agustín Pro y la Amnistía Internacional quienes contribuyeron a su pronta liberación y señalaron que ahora las autoridades deben repararle el daño causado y sancionar a los responsables de lo que calificaron como un "injusto" encarcelamiento.
"Yo ni sabía qué era secuestro" "yo no dejaba de llorar" “ahí (en la cárcel) aprendí el español” cuenta la mujer otomí de 46 años, "Estoy muy contenta porque ya estoy libre", dijo a la prensa después de salir de prisión en donde estaría por al menos 21 años mas.
Nada devolverá los tres años que perdió pero debe considerarse que los responsables de esta injusticia reciban algún tipo de represalia, este caso es solo un emblema de cómo funciona la justicia en este país, mi país en donde a final de cuentas las autoridades admitieron "dudas" sobre su culpabilidad.
Ahora Jacinta volverá a su vida cotidiana y su “negocio” de nieves y aguas frescas, pues como ella dice, es de lo único que se sostiene la familia. Pero, ¿cuántas mujeres indígenas y pobres, continúan injustamente en alguna prisión mexicana? Esto si es para reflexionar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario